El proyecto Ex umbra in solem busca estudiar y ofrecer a un público amplio los manuscritos que dan cuenta de la enseñanza de la filosofía natural en Chile colonial, visibilizando así el desarrollo de la disciplina y poniendo en valor el patrimonio filosófico nacional.
En esta ocasión, nuestra atención se centra en la llegada de la Compañía de Jesús a Chile y su relevancia en el ámbito educativo.
En el año 1593, luego de superar múltiples desafíos y de solicitar la autorización del monarca Felipe II, los jesuitas desembarcaron en Chile. Este hito marcó un punto de inflexión en la historia educativa y filosófica del país. Fueron liderados por figuras prominentes como "los Padres Luis Estella, Luis de Valdivia, Gabriel Vega, Hernando de Aguilar y Juan de Olivares, acompañados por los hermanos coadjutores Miguel Teleña y Fabien Martinez, bajo la guía del Padre Baltazar de Piñas" (González, 1993, p. 10). Los jesuitas no solo se limitaron a su misión evangelizadora, sino que también demostraron un apasionado interés en la educación, lo cual resultó fundamental dada la complejidad de los desafíos que enfrentaban otros esfuerzos educativos en la época. Su presencia se convirtió en un motor catalizador para establecer un sistema educativo coherente y exitoso en Chile. Las circunstancias, "marcadas por la Guerra de Arauco y desafíos naturales, subrayaron la urgente necesidad de una solución educativa duradera" (Gutiérrez, 2014, p. 3).
La contribución de los jesuitas fue más allá de la simple instrucción. Introdujeron un enfoque pedagógico que se convertiría en un paradigma educativo. Conocido como "modus parisiensis", este método se caracterizaba por su minuciosa organización y distribución de responsabilidades entre distintas figuras, estableciendo un marco riguroso para la instrucción (Codina, 2004, p. 6). La selección cuidadosa de autores y textos, una pieza fundamental en la implementación de este método de enseñanza, no solo influyó en la estructura del contenido enseñado, sino que también enriqueció las bibliotecas jesuitas con una diversidad de perspectivas. Este enriquecimiento no solo contribuyó al desarrollo de las mentes jóvenes, sino que también contribuyó al panorama intelectual en general. La incorporación de autores renombrados y textos variados amplió el espectro de conocimiento al alcance de los estudiantes y permitió que emergieran nuevas y estimulantes perspectivas en la educación y la filosofía (Codina, 2004, pp. 11-12).
La elección de autores y textos no solo fue un ejercicio de selección literaria, sino que también representó una declaración de principios educativos y filosóficos. A través de esta elección, los jesuitas delinearon las fronteras de su visión pedagógica y definieron los límites de la exploración intelectual dentro de su entorno educativo. La diversidad de autores y corrientes filosóficas presentes en las bibliotecas jesuitas ofreció a los estudiantes una riqueza de perspectivas y enfoques que fomentaron el pensamiento crítico y el diálogo filosófico. Esto se manifiesta de manera palpable en la variedad de textos clásicos que se encuentran en las bibliotecas jesuitas (Valenzuela, 2016, p. 74). Entre ellos, destaca de manera sobresaliente la presencia de Aristóteles. Este prominente filósofo ocupa un lugar central en el corpus intelectual de la Compañía de Jesús, siendo su legado una piedra angular en la estructura del conocimiento. Además, se promovía activamente la lectura de Santo Tomás de Aquino, cuyo pensamiento se erigía como una influencia vital en el desarrollo filosófico de la orden. No obstante, la amplitud de la selección permitía explorar ámbitos que no quedaran exhaustivamente abordados por estos autores. Esta flexibilidad brindaba un espacio propicio para la generación de planteamientos innovadores, instando a los estudiosos a concebir enfoques frescos y creativos en respuesta a las ideas contenidas en estos textos clásicos (Valenzuela, 2016, pp. 81-82).
Complementando su enfoque pedagógico, se desarrolló el programa formativo jesuita conocido como Ratio Studiorum. Si bien, este sistema educativo coloca las humanidades en el epicentro de la instrucción, las ciencias y las matemáticas también constituyen componentes esenciales en los currículos de estudio (Valenzuela, 2016, pp. 76-77). Asimismo, enriqueciendo su oferta educativa, los jesuitas en Chile no solo confiaron en las obras impresas llegadas desde Europa, adquiridas a través de los esfuerzos de las órdenes religiosas en España, sino que también emplearon manuscritos que contenían extractos específicos de estas obras (Aravena, 2022, p. 256). Esta estrategia tuvo un valor fundamental en el contexto chileno, pues permitió la preservación de copias manuscritas de las lecciones enseñadas en conventos, colegios mayores y universidades. La utilización de reproducciones manuales contribuyó a establecer un puente entre la educación europea y la realidad académica local, enriqueciendo la formación de los estudiantes con una diversidad de perspectivas y contenidos (Aravena, 2022, p. 258).
Este método de aprovechar tanto las publicaciones impresas como los extractos manuscritos reflejó la adaptabilidad de los jesuitas y su compromiso con la educación. La cuidadosa selección y transcripción de fragmentos específicos permitió a los educadores focalizarse en los temas más relevantes y presentarlos de manera coherente a sus estudiantes. Esta práctica también ilustra cómo las limitaciones geográficas y logísticas no eran obstáculos infranqueables para asegurar la calidad de la educación en Chile colonial. El uso de reproducciones manuscritas actuó como un enlace, posibilitando que el conocimiento viajara y se adaptara, contribuyendo así al desarrollo intelectual (Valenzuela, 2016, p. 75).
Es relevante resaltar que al explorar manuscritos en bibliotecas chilenas, reflejan los contenidos enseñados y estudiados en esa época, ofreciendo una manifestación concreta de la educación de entonces. Esta convergencia entre el pasado intelectual y la investigación actual fomenta una apreciación más rica de la historia educativa. Junto con esto, los registros que se conservan se hallan dispersos en diversos archivos a nivel nacional. Bibliotecas notables, como la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional Histórico, resguardan principalmente volúmenes del Colegio Máximo de San Miguel (Valenzuela, 2016, p. 79).
En consecuencia, la llegada de los jesuitas en 1593 se convirtió en un hito fundamental en la historia educativa chilena. Su enfoque pedagógico, la estructura de su sistema educativo y la selección de textos sentaron las bases de la educación y la formación filosófica en el país. Su impacto perdura como un testimonio de la capacidad transformadora de la educación y de la influencia duradera del conocimiento en la construcción de la sociedad.
Para obtener información más detallada sobre las huellas de los jesuitas en Chile, invitamos a revisar el siguiente texto del autor Walter Hanisch Espíndola: Historia de la Compañía de Jesús en Chile.
Por último, vale la pena recordar que el proyecto Ex umbra in solem ofrece las imágenes digitalizadas de gran parte de los manuscritos jesuitas conservados en el Archivo Nacional Histórico.
Referencias bibliográficas:
Aravena, A. (2022). La enseñanza de la filosofía en el colegio Máximo San Miguel de Santiago de Chile durante el siglo XVIII. História Unisinos. Vol.26 N°2, 256-266.
Gutiérrez, A. (2014). La enseñanza jesuita en chile colonial: Sus colegios, universidades y una aproximación a sus métodos y contenidos. Revista Historia de la Educación Latinoamericana. Vol.°16 N°22, 35-50.
González J. (1993) La compañía de Jesús y la ciencia ilustrada. Juan Ignacio Molina y la historia natural y civil de Chile. Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte.
Codina, G. (2004). El «Modus parisiensis». Gregorianum, 85(1), 43–64.
Valenzuela, C. (2016). Griegos y romanos en un colegio jesuita del fin del mundo. Renacimiento y libros clásicos en el inventario de la biblioteca del Colegio Máximo de San Miguel. Revista Historias del Orbis Terrarum. N°17, 74-93.
Samantha Fernández M.
Profesora de Filosofía
Comments