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  • Ex Umbra In Solem

Archivos del conocimiento: el legado cultural de las bibliotecas jesuitas en la época colonial



El proyecto Ex umbra in solem busca estudiar y ofrecer a un público amplio los manuscritos que dan cuenta de la enseñanza de la filosofía natural en Chile colonial, visibilizando así el desarrollo de la disciplina y poniendo en valor el patrimonio filosófico nacional.


En el ámbito de la enseñanza de la filosofía resulta de suma importancia comprender el papel desempeñado por las bibliotecas jesuitas durante la época colonial como herramientas fundamentales para el fomento del desarrollo académico. A continuación, exploraremos su papel central en la difusión del conocimiento y cómo su legado perdura en las páginas de la historia en Chile.


En el marco colonial chileno, se revela como imperativo subrayar el papel trascendental que los textos elegidos por los jesuitas desempeñaron en el desarrollo educativo de la época. Es crucial reconocer que estas obras importadas al país adquirieron una posición de suma relevancia en la configuración de las bibliotecas jesuitas. Para comprender plenamente, resulta necesario considerar el marco histórico de Chile, donde la presencia de una imprenta no se estableció sino hasta el año 1811 (Aravena, 2014, p.39).


Dentro de esta perspectiva, el amplio corpus doctrinal y filosófico de los jesuitas aportó significativamente a la diversificación de las lecturas disponibles, convirtiendo a las bibliotecas en instrumentos esenciales, "la biblioteca será, entonces, la caja de herramientas cotidiana de los escolásticos. Ella será también el taller de la intelectualidad jesuita, el lugar de la creación y la investigación" (Tezanos, 2014, p. 107). Es así como la Compañía de Jesús desempeñó un rol de gran envergadura en términos intelectuales, extendiéndose más allá de la mera recepción, difusión y generación de ideas en diversas esferas del saber, y esforzándose de manera notable en la promoción de la importación de libros hacia el continente americano a lo largo del siglo XVIII (Tezanos, 2014, p. 113).



En consonancia con esta perspectiva, las bibliotecas se alzaron como un vehículo primordial para la difusión y perpetuación del conocimiento y la filosofía. No obstante, es fundamental tener presente que, en ese período histórico, los libros eran objetos materiales de escasa disponibilidad y su distribución en las regiones americanas suponía desafíos y gastos significativos. En este contexto, las bibliotecas que emergieron a raíz de la influencia de la Compañía de Jesús adquirieron un papel de trascendencia al conferir una posición central a los textos clásicos y, de manera concomitante, al fomento del conocimiento del griego antiguo y el latín (Valenzuela, 2016, p. 74).


Es imperativo resaltar que, para los jesuitas, el estudio de las lenguas vernáculas asumió una relevancia intelectual de gran calado. Esta preocupación, con un propósito práctico, les permitía establecer vínculos más estrechos y profundos con el idioma de aquellos a quienes dirigían sus esfuerzos evangelizadores. En esta coyuntura, la presencia de obras clásicas en las bibliotecas jesuitas en América denota la significativa importancia que conferían a la instrucción de estos textos como un elemento fundamental en la formación intelectual. Tal enfoque arraigado se manifestó en cada una de las instituciones educativas jesuitas, incluido el influyente Colegio Máximo de San Miguel, que no fue excepción en la presentación y estudio de diversos autores de la antigüedad (Valenzuela, 2016, p. 74). Es relevante tener en cuenta que esta institución educativa desempeñó un papel sobresaliente en la formación de los miembros de la Compañía de Jesús en el sur de América. Asimismo, es necesario destacar la colección presente en su biblioteca, que abarcaba una amplia gama de los principales autores clásicos, entre los que se incluyen figuras destacadas como Heródoto, Jenofonte (en su versión traducida), Aristóteles, Plutarco, Flavio Josefo, Apuleyo, Cicerón, Juvenal, Séneca, Tito Livio (también en su versión traducida), Pomponio Mela, Vitruvio, la Geografía de Tolomeo, Justino, Macrobio, la Historia Augusta y Boecio (Valenzuela, 2016, p. 80).


Durante la época colonial, se promovió activamente la producción de obras por parte de los miembros de la Compañía de Jesús, enriqueciendo de manera significativa el ámbito académico y legando un patrimonio arraigado en la investigación, incorporando conceptos y autores de destacada relevancia en aquel período (Aravena, 2022, p. 257). Es esencial destacar que la base de la formación académica en ese período se apoyaba en dos pilares fundamentales: las publicaciones impresas europeas adquiridas por las órdenes religiosas españolas y los manuscritos que recopilaban extractos específicos de dichas obras. Esta labor desempeñó un papel crucial en la creación y el enriquecimiento de las bibliotecas en las instituciones educativas jesuitas. Más allá de fomentar la cultura escrita, esta contribución también fortaleció la retórica y la oratoria, forjando un legado duradero en el ámbito académico (Valenzuela, 2016, p. 75).


En este contexto, se han preservado manuscritos filosóficos de valor incalculable que ofrecen un testimonio vívido de las clases impartidas en latín por destacados profesores jesuitas en Santiago. Ejemplo de ello, son los escritos conservados del jesuita chileno Manuel de Ovalle, que abarcan títulos como "Metaphysica" y "De anima", e incluyen también una copia anónima de fragmentos de sus enseñanzas (Aravena, 2022, pp. 262-263).


Asimismo, se dispone de una reproducción exacta de las enseñanzas de Juan de Puga, un eminente maestro jesuita, así como las obras transmitidas por dos miembros de la Compañía, Lorenzo Romo y Agustín Saajosa, quienes fueron desterrados de Chile en 1767. Estos manuscritos, junto con un curso anónimo de Lógica, proporcionan una valiosa representación de la enseñanza filosófica en el siglo XVIII en el Colegio Máximo San Miguel de Santiago de Chile, desvelando aspectos cruciales del legado intelectual de esa época (Aravena, 2019, p. 519).

Portada de las Disputaciones de Animástica de Juan de Puga (f. 1r). Santiago, 1710. Archivo Nacional Histórico.


Cabe destacar que este proceso histórico evolucionó a lo largo de los años, culminando en la catalogación de los libros y su posterior transferencia a la Real Universidad de San Felipe. Finalmente, en 1813, estos elementos quedaron bajo la protección de la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile. En este sentido, la intrincada trayectoria de estos textos se inscribe como parte integral del contexto histórico que enriquece la comprensión de la herencia cultural colonial (Valenzuela, 2016, pp. 78-79).


Para obtener información más detallada sobre las huellas de los jesuitas en Chile, invitamos a revisar los textos de las autoras Araceli de Tezanos: "El isomorfismo de las bibliotecas jesuitas (siglos XVI-XVIII)" y Carolina Valenzuela Matus: Griegos y romanos en un Colegio jesuita del fin del mundo. Renacimiento y libros clásicos en el inventario de la biblioteca del Colegio Máximo de San Miguel


Por último, vale la pena recordar que el proyecto Ex umbra in solem ofrece las imágenes digitalizadas de gran parte de los manuscritos jesuitas conservados en el Archivo Nacional Histórico.


Referencias bibliográficas:

  1. Aravena, A. (2014). El comercio librario y la transmisión de la filosofía a Hispanoamérica (siglos XVI al XVIII). Cuyo, 31, 33-61.

  2. Aravena, A. (2019). Fuentes filosóficas coloniales en el Archivo Histórico de La Merced de Santiago de Chile. Confluenze, XI(2), 512-540.

  3. Aravena, A. (2022). La enseñanza de la filosofía en el colegio Máximo San Miguel de Santiago de Chile durante el siglo XVIII. História Unisinos, 26(2), 256-266.

  4. Tezanos, A. (2014). El isomorfismo de las bibliotecas jesuitas (Siglo XVI-XVIII). Revista de Historia Social y de las Mentalidades, 18(2), 105-139.

  5. Valenzuela, C. (2016). Griegos y romanos en un colegio jesuita del fin del mundo. Renacimiento y libros clásicos en el inventario de la biblioteca del Colegio Máximo de San Miguel. Revista Historias del Orbis Terrarum, N°17, 74-93.



Samantha Fernández M.

Profesora de Filosofía


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